"El viento y la lluvia azotaban con toda su ira la corteza del viejo tronco. Al interior, el eco de olas rugiendo a la distancia se confundía con el llanto del pequeño. Y entre el temporal, se oían pasos acercarse cada vez más. De súbito, el niño vio a contraluz una silueta de enormes orejas que se asomaba a mirar. "¡Pero si es una cría de humano!" se escuchó, mientras las manos delgadas y ágiles cogían al bebé con destreza admirable. "No llores pequeño. Yo te criaré". Y ambos se perdieron entre el viento y la lluvia".